lunes, 9 de junio de 2008

SEMIOLOGÍA / Ciencia de los signos

Una ciencia de los signos

La preocupación por el lenguaje y, de algún modo, el anticipo de la semiótica como ciencia de los signos y de su funcionamiento en la vida social ya aparece en los filósofos de la antigüedad.Pero la mayoría de los estudiosos de la semiótica coincide en señalar a Ferdinand de Saussure como el primero en haber concebido la ciencia de los signos. En el Curso de lingüística general, publicado en 1916, enseñaba que “la lengua es un sistema de signos que expresan ideas y por eso, es comparable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbólicos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc. Sólo que es el más importante de estos sistemas”.

Se puede pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. Nosotros la llamaremos semiología (del griego semeion o signo). Ella enseñará en qué consisten los signos y cuáles son las leyes que los gobiernan.

Quienes estuvieron el sábado 7 de junio, en nuestro encuentro mensual, recordarán "Las meninas" de Velázquez.
Para comprender las tres dimensiones del signo: sintáctica, semántica y pragmática, creo interesante repasar el análisis de esta obra pictórica. Los signos utilizados aquí no son signos verbales sino imágenes, es decir signos icónicos.

Cada uno de ellos acarrea significaciones propias ya que cada elemento tiene un valor en sí mismo. El vestuario señala una época determinada, el lugar donde se desarrolla la escena indica la espaciosidad y cada personaje carga con un valor convencional que le es propio (perro, niña, enana, puerta, etc.)


El tema del cuadro parece trivial, la infanta y sus damitas de compañía (meninas en portugués) irrumpen en el estudio de Velázquez, pintor de cámara del rey Felipe IV, que se encuentra pensativo y observa los modelos que se dispone a pintar. Nosotros podemos ser esos modelos ya que somos contemplados por Velázquez. Sin embargo, los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, a quienes vemos reflejados en el espejo del fondo, son las personas que el pintor retrata.

Así fue que conversamos acerca de la dimensión semántica, primero y sintáctica después.


Para más descripciones de la obra ir a: http://www.cossio.net/actividades/pinacoteca/p_01_02/las_meninas.htm


EL SIGNO SEGÚN SU RELACIÓN REFERENCIAL


ÍNDICE: SÍNTOMAS DE LOS QUE PODEMOS INFERIR OTROS ACONTECIMIENTOS. Ej: nube- lluvia; bosque-humo-incendio; alta temperatura-fiebre. La relación es de contigüidad.

ÍCONO: REPRESENTA UNA O VARIAS CARACTERÍSTICAS DEL OBJETO DENOTADO
Ej: retratos, esculturas, onomatopeyasRelación de similitud

SÍMBOLO: SIGNO QUE SE REFIERE AL OBJETO QUE DENOTA POR UNA LEY O CONVENCIÓN RELACIÓN ENTRE LA REPRESENTACIÓN CONCRETA Y LA ABSTRACCIÓN MENTAL.
Ej: la cruz, la bandera, símbolo de lo femenino, de lo masculino establecen relación por convención.



En "La rendición de Breda" podemos ver muchos de los signos que mencionamos: el humo del fondo, en este caso pintado, es icónico. Pero si percibiéramos humo verdadero sería un índice.
Las banderas, las lanzas, el orden de uno y otro lado, la inclinación de uno de ellos, son todos signos que permiten al espactador suponer determinadas cosas. He allí las dimensiones semánticas y sintácticas.

El análisis de la dimensión pragmática exhigirá una mirada más abarcadora del sentido. Por eso, por ejemplo, para entender desde un punto de vista histórico esta obra de Velázquez hay que remontarse un poco a lo que estaba sucediendo desde finales del siglo XVI y principios del XVII. Los Países Bajos (liderados por su noble mas importante, Guillermo de Orange) estaban inmersos en la guerra de los ochenta años o guerra de Flandes, en la que luchaban por independizarse de España.

La ciudad de Breda estaba defendida por Justino de Nassau, de la casa de Orange. Al ser vencidos, Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse.

En este sentido, es una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo. Igualmente se aleja del hieratismo que dominaban los cuadros de batallas.

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